jueves, 8 de abril de 2010

Cuento Desde arriba....

Hola,

Un buen amigo me puso de ejercicio escribir un cuento infantil de una nube, comencé con toda la intención de hacerlo infantil pero creo que al final el subconsciente me traicionó y surgió este cuento:

Desde arriba...

Dicen que son exhalaciones de gigantes, otros dicen esconden las almas en el cielo. La verdad es que no está muy claro por qué están flotando arriba, por qué los cerros las retienen y por qué cambian de forma cuando uno las mira fijamente.

A veces se juntan con el único propósito de pintar el cielo de rosa y formar un gran edredón de algodón para arropar la tarde, otras veces están estrujadas, grises y enojadas. Truenan anunciando lluvia o al final avientan rayos de colores con la luz del sol, lo cual nos indica que el coraje ya pasó. Las nubes. Siempre juntitas en el cielo y platicando entre ellas.

-Te vez muy aborregada hoy…

-¿Supieron de la lluvia de ayer?...

-¿Cuánto me tardo si voy a….?

-¡Qué asco! ¡Han estado aventando gases toda la tarde con sus mofles!

-¡Atrás nubeperros! ¡Allá voy!

-Nos faltan siete, ya casi tapamos todo el pueblo…

-¡Por acá! ¡Ven por acá! ¡Suéltate!

Y toda la tarde las nubes cuchichean, gritan o hablan en todos los tonos y volúmenes posibles acerca de problemas que ven en la gente. Lamentan las pestes de gases. Algunas muy involucradas, lloran cuando ven gente o animales tristes y muchas simplemente surcan el cielo sin importarles los humanos. Incluso hay unas que los ven como enemigos quienes las molestan, o las extinguen. A veces provocan adrede algunos tifones con la esperanza de apagar esas chimeneas, para luego desilusionadas parar y ver que casi nunca se apagan.

A todos nosotros, aquí abajo, ese tipo de conflictos nos pasan desapercibidos, sin embargo, algunos niños las observan por minutos para verles formas. ¡Les parecen tan divertidas!

La mayoría las apreciamos cuando estamos tirados descansando, cuando estamos muy compungidos o queremos encontrar una respuesta mirando hacia arriba, ya sea por ejemplo el clima. Otros más las vemos intrigados, sintiéndonos pequeñitos antes la inmensidad y avance del cielo en nuestra cabeza.

Entre todos tratamos que las nubes nos den respuestas, pero pocos ponemos atención a las preguntas de las nubes. Para ser justos, debo hacer una excepción y esa es Adriana. Adriana juega en el parque y disimuladamente pone atención a todo el ruido que hay arriba. Adriana sueña como las nubes celestes le adornan sus cabellos en una inmensa fiesta. Adriana también sueña en que de repente va a aliviar la asfixia de las nubes entre tanto gas. Esa es Adriana, siempre en las nubes.

Los papás de Adriana desesperan con ella porque no pone atención ni en la casa ni en la escuela. La mamá de Adriana en las tardes al verla distraída, le comenta a sus amigas entre preocupada y con risa:

-Miren, la perdimos.

Adriana tiene calificaciones pésimas y sólo piensa en ir al parque. La mamá de Adriana tiene miedo de que repruebe año. A Adriana eso la tiene sin cuidado, incluso le gusta ir a la escuela, pero únicamente porque su banco da con la ventana. En su casa no es muy distinto, le gusta estar tendida en la cama que tiene junto una ventana y en las tardes siempre quiere ir al parque que está frente a su casa.

Su mamá lograba que Adriana hiciera la tarea a duras penas, bajo el chantaje no tarea, no parque. Ella ante esto, se apresura a terminar lo antes posible pero a veces batalla, las letras se le confunden y acaba haciendo garabatos ilegibles antes la mirada contrariada de su mamá.

Una vez terminada la tarea y con las correcciones hechas, madre e hija salen al verde parque que espera impaciente la llegada de sus amigas. Adriana se pasa toda la tarde corriendo, dando vueltas en su eje, en el columpio o sentada bajo un roble grande cerca de la plaza.

La mamá de Adriana se dispone a leer viendo de lejos a su hija sin entenderla del todo, pero con aquella adoración que le da la certeza de que Adriana peses a su carácter, con la edad, podrá ser más enfocada en la escuela y las cosas que competen a la vida diaria. Para Adriana el fin de la tarea marca el inicio de la tarde, ahora está sumergida en un mundo de animales de algodón, conversaciones divertidas y al final una lluvia de estrellas adornando su cabeza. Así era su vida, la espera del inicio de la tarde. Adriana pronto cumplirá ocho años.

Un día Adriana estaba muy atenta en un columpio escuchando una conversación arriba.

-¿Sí?

-Volaron pedazos para todos lados, se va llenar aquí…

Adriana lleva buen rato impulsándose, no quería perderse nada de la conversación, aunque nunca la entendió del todo y en este momento vemos como Adriana se desploma hacia el pasto. Su mamá también lo vio y rápido fue a levantarla.

Adriana está en cama. Se siente aletargada y le duele mucho la cabeza, no se acuerda de casi nada. Su mamá la regaña porque no hizo la última tarea, pero podemos ver que su mamá está triste y tiene los ojos muy redondos y hundidos. Adriana no entiende, mejor mira la ventana.

Los días pasan sobre la casa de los Gonzales, Adriana espera sumergida entre sus almohadas. Ya no la vemos confundida pero sí muy ausente. La mamá llora a ratitos en la cocina, su papá trabaja todo el día y llega muy noche a la casa. Adriana no tiene hermanos y el parque se queda esperando a sus amigas ya por meses.

-Adriana llevas durmiendo todo el día, ¿no quieres ver televisión?

Ella no contesta, no parece importarle lo que le dicen, a veces parece que no entiende, el caso es que Adriana ya no habla y su mamá se desespera. Los doctores salen y entran pero nadie aclara qué pasa.

Han pasado ya cuatro meses y Adriana con sus ocho años sigue en cama. Ahora es muy flaquita pero está muy tranquila. Duerme todo el día y la casa de los Gonzalez se llena de visitas.

Arriba las cosas no han cambiado mucho, los mismos cuchicheos, gritos, risas y movimiento. Las nubes hacen preparativos. Ahora Adriana entiende todo lo que oye.

-¡Apúrate Adriana!

-Adri ¿ya mero? Mira que te estamos esperando…

-Ay Adri, el otro día hicimos un coraje enorme porque a unos tipos se les ocurrió incendiar un cerro de llantas ¡Sí! ¡Los muy tontos, muy contentos quemando llantas! Y ahí nos vez a nosotras tratando de apagar el fuego…

Y Adriana pone atención y todo le parece muy claro. Adriana ya no está distraída, ella ya está en casa. Ahora puede ser una nubeperro, una colcha, un león rosa y tener los cabellos llenos de estrellas. Y todos respiramos aliviados de ya no ver a Adriana tan flaca, nosotros volteamos hacia arriba y tratamos de encontrar entre todo el bullicio la voz de Adriana.

5 comentarios:

  1. A mi mi madre cuando llovía siempre me decía que las nubes estaban haciendo pipí XD. Me gustó mucho tu cuento. Y literal, cuando morimos podemos ser una nube. Por cierto podemos ir al café el jueves o el viernes de esta semana, o el jueves y el viernes de la otra. Osea esta o la otra pero a finales. Saludos.

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  2. :´)

    el último párrafo te quedó increíble.

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  3. ¡Bravo Vivis!!!. No cabe duda de que tienes madera para esto. Sigue escribiendo. Te quiero mucho. Cecy

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  4. Hola Gasca!
    Apenas voy leyendo los comentarios porque ahora me fijo más en el nuevo blog, muchas gracias=)
    Ahora que ya que ando en esas podemos ahora reactivar nuestro club literario. Y también tenemos pendiente ese cafecito tan platicado.
    Un abrazo amigo!

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  5. Hola Cecy!
    Muchas gracias por tus comentarios, estamos pendientes de platicar en una chance traigo unos planes que quisiera contarte=)
    Yo también te quiero mucho!

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